Hijos únicos: ¿qué dice la ciencia sobre su impacto? Estudios demuestran que no son egoístas ni torpes socialmente. Factores como la situación socioeconómica y los recursos emocionales de los padres influyen más en su desarrollo. Cada niño es único y su desarrollo está influenciado por diversos factores. Es hora de desmentir los estereotipos negativos y valorar las cualidades individuales de cada niño.
Hijos únicos: qué dice la ciencia realmente sobre el impacto que tiene en los no tener hermanos
Egoístas, mandones, torpes socialmente, celosos, acostumbrados a salirse con la suya y, por si fuera poco, bastante malgeniados. Estos son solo algunos de los estereotipos negativos asociados a los hijos únicos. Sin embargo, numerosos estudios científicos han demostrado que estas características no son necesariamente atribuibles a los niños que crecen sin hermanos. De hecho, en muchos aspectos, los hijos únicos no son diferentes de aquellos que tienen hermanos.
Alice Goisis, profesora asociada de Demografía del Centro de Estudios Longitudinales del University College de Londres, afirma que "la evidencia, en general, no apoya la idea de que los niños que crecen como hijos únicos tienen un déficit en sus habilidades sociales en comparación con los niños que crecen con hermanos". Según Goisis, estos niños son comparables en términos de personalidad, relación con sus padres, logros, motivaciones y adaptación personal a los niños que tienen hermanos.
Un estudio realizado por Goisis y sus colegas revela que son otros factores los que influyen en el desarrollo de los niños, como la situación socioeconómica de la familia o los recursos emocionales de los padres. Si bien algunas investigaciones muestran diferencias, Goisis señala que estas discrepancias se deben al contexto y no al hecho de ser hijo único en sí mismo.
Por ejemplo, en el Reino Unido, donde tener un hijo único es indicativo de haber crecido en una familia relativamente aventajada, estos niños tenían una salud igual o mejor en comparación con los niños que tenían hermanos. Sin embargo, en Suecia, donde prevalece la norma de tener dos hijos y los hijos únicos tienden a provenir de familias en una peor situación económica, estos últimos tienen una peor salud más adelante en su vida. Esto demuestra la importancia del contexto y la variabilidad que existe entre los hijos únicos, lo que impide considerarlos como una categoría homogénea.
Si bien el impacto en términos cognitivos o de sociabilidad puede no ser significativo y depende en gran medida del contexto en el que crece el niño, esto no significa que no se puedan observar diferencias. Cada posición dentro de la familia tiene sus ventajas y desventajas, y esto también se aplica a los hijos únicos. Linda Blair, psicóloga clínica con más de 40 años de experiencia, destaca la excelencia lingüística que suelen tener los hijos únicos debido al aporte lingüístico de los padres, que no se ve interrumpido por el de otros niños. Además, suelen ser muy buenos organizando y empleando su tiempo libre, ya que no tienen hermanos con quienes compartirlo. También se vinculan con más facilidad con personas de más edad, ya que están acostumbrados a interactuar con adultos.
Sin embargo, también existen desventajas. Los hermanos pueden tener un efecto protector en situaciones de relación disfuncional de los padres, lo que diluye el impacto negativo de estos estresores. La falta de hermanos también puede llevar a una carencia de "inteligencia de calle", esa inteligencia intuitiva y práctica que se adquiere al convivir con personas de una edad similar. Además, al pasar gran parte del tiempo solos o con adultos, los hijos únicos pueden sentirse menos cómodos en situaciones caóticas.
Es importante tener en cuenta que estas características son generales y no se aplican a todos los hijos únicos. Cada niño es único y su desarrollo está influenciado por una variedad de factores, no solo por el hecho de ser hijo único. A pesar de que la ciencia ha desmentido los estereotipos negativos asociados a los hijos únicos, la noción persiste en la sociedad. ¿Por qué es tan difícil erradicar esta idea y cómo surgió en primer lugar?
“Una enfermedad en sí misma”: Los estereotipos negativos alrededor del hijo único se remontan a fines del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX, cuando la psicología infantil estaba en sus primeras etapas de desarrollo como campo de estudio académico. En aquel entonces, el psicólogo estadounidense G. Stanley Hall publicó una serie de textos en los que describía a los niños sin hermanos con muchas de las características que hoy en día les atribuye la cultura popular. Hall llegó a describir al hijo único como "una enfermedad en sí misma".
Poco tiempo después, el psicólogo estadounidense Eugene Bohannon aportó su perspectiva, argumentando que la atención exclusiva de los padres hacia el hijo único hacía que estos fueran "altamente sensibles", "menos arriesgados", "precoces" y "desconsiderados". Sin embargo, fue el psicólogo austriaco Alfred Adler quien tuvo una mayor influencia en perpetuar los estereotipos negativos en torno a los hijos únicos.
Adler fue el primer psicólogo en examinar y escribir extensamente sobre el orden de nacimiento y cómo la estructura familiar afecta el desarrollo de los niños. En sus escritos, describió a los hijos únicos que trató clínicamente de manera extremadamente negativa, afirmando que no solo eran niños mimados, sino que los padres que elegían no tener más hijos estaban infligiendo un daño psicológico a su único hijo.
A pesar de que los métodos de investigación de estos psicólogos fueron cuestionados y sus teorías refutadas por estudios posteriores, los estereotipos negativos en torno a los hijos únicos persisten en la sociedad. Según Alice Goisis, profesora asociada de Demografía del Centro de Estudios Longitudinales del University College de Londres, esto se debe a que todavía se considera como típica a la familia conformada por dos hijos, lo que hace que el hijo único sea percibido como diferente y objetable.
Sin embargo, la actitud hacia los hijos únicos está experimentando un cambio significativo debido a los cambios en el modelo de familia actual. Linda Blair, psicóloga clínica con más de 40 años de experiencia, señala que en el Reino Unido, por ejemplo, el 40% de las familias tienen un solo hijo, y se estima que para 2030, la mitad de las familias serán de hijos únicos.
Para Adriean Mancillas, psicóloga estadounidense y autora de "Challenging the Stereotypes About Only Children: A Review of the Literature and Implications for Practice", discutir estos temas y proporcionar investigaciones e información precisa al público es la forma de cambiar los puntos de vista. Según Mancillas, cuando los prejuicios implícitos se vuelven explícitos, es posible corregir el pensamiento sesgado y estereotípico que podría dañar a los individuos o grupos.
En el caso de los hijos únicos, esto implica asegurarse de que haya información ampliamente disponible para que los padres se sientan seguros en su decisión de tener un solo hijo. A medida que se desmienten los estereotipos negativos y se difunde una comprensión más precisa sobre los hijos únicos, es posible que la sociedad comience a cambiar su percepción y a valorar las cualidades y fortalezas individuales de cada niño, independientemente de si tienen hermanos o no.